¡Se nos va de las manos!

El día 2 de junio es el cumpleaños de Nathan. Llevo días dándole vueltas al tema de las celebraciones, en general, de cumpleaños, de comuniones y de bautizos.
Y he llegado a una conclusión....
¡Se nos está yendo de las manos!
No se en que se están convirtiendo ahora, pero hay celebraciones de este tipo que parecen auténticas bodas de la realeza.
Desconozco si es para impresionar más o si es que nos hemos vuelto incapaces de hacer algo en "petit comité".
Hay cosas que encuentro absurdo que su importe sea tan elevado.
Por ejemplo:
Nathan el año pasado quería celebrar su cumpleaños en un paintball, ya sabes, equis niños vestidos de camuflaje con rifles (o el arma que sea, que yo no estoy muy puesta en eso), rellenos de pintura.
Bien, al preguntar precios, la chica al otro lado del teléfono, te dice con toda su pachorra, que son 20€ por niño y que mínimo para celebraciones, tienen que ir 10 monstruitos.
Así que una vez has calculado y se te pasa el susto, te das cuenta de que por 2 horas de juego (no creo que eso pueda durar mucho más) y sin merienda, te han soplado ya 200 euritos de esos que cuesta tanto ganar.
Y me pregunto yo... ¿qué haces con los niños el resto de la tarde?

Aquí voy a sacar mi vena melancólica  (y en blanco y negro, por supuesto).
Recuerdo que durante mi infancia, cuando era mi cumpleaños, se celebraba en la calle.
Mi abuelo regentaba un bar y justo al lado había una especie de porches en el que plantaban unas mesas y en ellas sus consabidos sandwiches de nocilla, de paté o embutido y las patatas o ganchitos varios acompañados de sus refrescos.


Eso era todo, y eran unos cumpleaños espectaculares, en los que corríamos como locos jugando a policías y ladrones o a lo que fuera y estábamos toda la tarde dando por saco.


Esto tenía sus pros y sus contras:
Pro: Pese a que estábamos a 3 pasos del bar, teníamos la sensación de independencia en el que yo (evidentemente) era la dueña y señora de todo, ¿lo dudabas?


Contra: Desgraciadamente, al encontrarnos en la calle, acababa sumándose alguna persona "non grata" es decir, algún pobre niño que yo no había invitado pero que sus padres, al estar en el bar, me encalomaban con muy poco disimulo, con lo cual se comían mis patatas y no aportaban regalo. Menuda desfachatez!!!

Total, que yo no creo que la celebración en si costase mucho dinero.

Otro cantar son las comuniones, de la mía no puedo hablar, porque no la he hecho y Nathan tampoco, pero te encuentras en convites en los que hay mas gente que en la verbena del barrio, que se sirve alcohol en barra libre y en la que, si me apuras, no ves al festejado más que al llegar. En cuanto a los vestidos, no me he parado nunca a mirar los precios, cierto es que son auténticas obras de arte (unas más que otras, evidentemente), pero su precio... seguro que está al nivel de ese arte.

Al igual que los regalos, ¿qué ha sido del reloj casio? ¿o del piano que todo niño tenía para la comunión?.
 Eso pasó a la historia ahora lo que nos mueve es la tecnología y el parné: una tablet, un móvil o dinero a mansalva.

Será porque estas cosas yo no las he vivido, pero siempre pienso lo mismo, para dar una de estas fiestas casi obligatorias cuando tienes hijos, ¿ahora qué hay que hacer?¿re hipotecar la casa? ¿pedir un crédito? o ¿soy la única que no tiene el colchón con doble fondo relleno de billetes de 500?.