La naturaleza y yo

La naturaleza y yo, no somos amigas. No.
Creo que, en alguna vida pasada, nos hemos enemistado y todavía lo sigo pagando con creces.
Suena a pelea de patio de colegio, cierto, pero es que algo así debe de ser, porque por más que me empeño, peor me sale.
Y es que soy incapaz de tener una planta viva en casa.
Bueno, mentira, matizo. Las plantas no quieren vivir en mi casa. (a decir verdad, ahora que pienso, las gatas tampoco,  porque se han tirado las dos del cuarto piso más de una vez.... pero ese tema ya otro día).

Volviendo a las plantitas.... de verdad que no lo entiendo.
Es sabido en mi casa, que soy la llevadora de muerte "plantil" y por lo visto me he ganado el cargo a pulso.

¿Conoces la poinseitia? ¿Esa planta roja típica de Navidad que a todo el mundo le regalan llegadas las fechas y que una vez finalizadas, la gente aún conserva?. Bueno, pues ese no es mi caso.




Una de las primera Navidades con Alejandro me regaló la susodicha a mediados de diciembre  (porque que sepas que es pecado mortal comprársela una misma que trae mala suerte), pues bien, debo decir que no llegó a Nochebuena.

Y es que yo hago todo lo que puedo, de verdad, pero mueren, no quieren vivir, quieren cruzar el túnel, prefieren irse "pa la luz" o ¡yo que sé!

El caso es que no duran nada. Me he dado por vencida con esa planta, pese a que cada año la miro con ojos de cordero cuando vamos los dos juntos y vemos un puesto donde la venden,  porque me encanta el tono que tiene, la vida que da, pero.... o Alejandro no se da por aludido, o le da pena que caiga en mis garras.

Así que hubo un año que cambiamos de tercio.
Alejandro llegó a casa con unas macetitas de esas plantas que se utilizan en la cocina. Había romero, tomillo y una más que no recuerdo.

Palabrita que ordené (educadamente, eso sí), que nadie se acercara a mis macetas. Las puse en el lugar de la casa donde les daba el solete y busqué en Internet el cuidado de cada una de ellas, para regarlas en consecuencia y en intervalos diferentes según necesidades.
Pues, ¿te puedes creer que la mierda de las plantas esto.... esas delicadas macetitas, no duraron ni dos semanas?
¡Venga ya hombre! o sea... me esmero y las mimo, les doy agüita y las vigilo cada día y me pagan así? ¿acrecentando el cachondeo que hay en mi casa? ¡pero por Dios! que el romero crece en el borde de la carretera ¡él solito! ¿era tanto pedir?

Así que a parte de que las plantas fueron a la basura, que sepáis que me ofrezco por horas a pasear por el jardín del vecino al que tanto se le odia para que se le vayan a tomar viento los rosales en menos de una semana. 100% garantizado. Tu dinero, en buenas manos, llámame! 😃😃