Extra escolares

Hace frío, mucho frío. O el suficiente para estar a la intemperie sin hacer nada.

Quien dice nada, dice mirando al vacío, o en su lugar, mirando a tropecientos niños corriendo detrás de una pelota.

Vale, no soy nada dada al visionado de deportes, pero si ello incluye que sean en vivo y en directo, en pleno invierno y en mis pocos ratos libres de trabajo…. Pues oye, me va pareciendo cada vez menos apetecible.

Así que hoy vengo a decir, que hay que escoger muy bien las actividades extraescolares de tu pequeño monstruito.

Porque, seamos sinceros, nos decimos a nosotros mismos que es para que aprendan a jugar en equipo con el fútbol, que aprendan disciplina con el taekwondo o que desarrollen su creatividad con el dibujo.

Cuando son muy chiquitines, les inculcas que tienen que hacer algo para crecer como persona, pero la gran verdad es muy en el fondo, sabes que es para librarte de ellos lunes, martes y viernes de 17 a 18:30.

Peeeeero.... Son unos minutos muy preciados en los que te los vigila alguien, que no tienes que correr, o que puedes ir a comprar sin llevar un mocosete gritando, cansando o enfadado tras de ti.

Como bien sabes, el karma siempre te la devuelve, y mientras has intentado librarte de ellos cuando eran pequeños, se transforman en torneos infinitos en su adolescencia.

Y es más, llegados a una edad, da igual que llueva, truene o haga un sol abrasador. Al árbitro le importa un pepino que tú estés padeciendo por el catarrazo que cogerá tu retoño, o lo calado hasta los huesos que va, que mientras se pueda, el show continua.

Nathan de pequeño hizo Taekwondo, la verdad es que tenía bastantes cinturones (en casa los tengo por lo que pudo ser y no ha sido), pero era algo que no le llamaba y lo dejó, y yo que me alegro, porque en un torneo, le pegan y verías que rápido bajo yo a defender a mi niño con mi metro y medio. ¡No dejo títere con cabeza!.

En cambio sí continúa haciendo fútbol, y ahora ya, se empieza a hacer pesado. Horas interminables en las que estás en las gradas sin nada que hacer, porque tu hijo aún está calentando o en ese momento no juega. A ver, señores! que yo he venido a ver a mi hijo! Un poco de consideración ¿no? jajaja.

Pero tengo que decir que al menos es algo movidito, porque.... ¿y el niño que toque la flauta? en casa tiene que ser un suplicio ¿o el que juegue al ajedrez?. Me da que esos torneos sí que tienen que ser aburridos, al menos en mi opinión.

Aunque para gustos colores ¿no? Y tú ¿has apuntado a tu hijo a alguna actividad para librarte que crezca como persona? O por el contrario, ¿te apuntaron a ti de niño?